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LO QUE CREEMOS

“Lo que nos viene a la mente cuando pensamos en Dios es lo más importante de nosotros.”
– A.W. Tozer
Creencias Fundamentales
Las siguientes son las creencias fundamentales de la Iglesia Capital, basadas en las verdades fundamentales enseñadas en la Biblia. Toda nuestra enseñanza y ministerio está arraigado y fluye de estas doctrinas bíblicas.
Dios
Creemos en un Dios que existe en tres personas distintas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Creemos que Jesucristo es el segundo miembro de la Trinidad (el Hijo de Dios) que se hizo carne para revelar a Dios a la humanidad y convertirse en el Salvador del mundo perdido.
Las Santas Escrituras
Creemos que toda la Biblia es la Palabra inspirada de Dios y que los hombres fueron movidos por el Espíritu de Dios para escribir las mismas palabras de las Escrituras. Por lo tanto, creemos que la Biblia no tiene errorers.
El Hombre
Creemos que todas las personas fueron creadas a imagen de Dios para tener comunión con él, pero se apartaron de esa relación a través de la desobediencia pecaminosa. Como resultado, las personas son incapaces de recuperar una relación correcta con Dios a través de sus propios esfuerzos.
La caída del Hombre

Cuando Adán y Eva decidieron no obedecer a Dios, dejaron de ser lo que fueron creados para convertirse en imágenes distorsionadas de Dios. Esto causó que cayeran de la comunión con Dios y corrompiera toda la creación desde entonces.

Salvación
Creemos que la sangre de Jesucristo, derramada en la cruz, proporciona la única base para el perdón del pecado. Por lo tanto, Dios ofrece gratuitamente la salvación a aquellos que ponen su fe en la muerte y resurrección de Cristo como pago suficiente por su pecado.
La Iglesia
Creemos que la iglesia es el cuerpo de Cristo, del cual Jesucristo es la cabeza. Los miembros de la iglesia son aquellos que han confiado por la fe en la obra terminada de Cristo. El propósito de la iglesia es glorificar a Dios amándolo y haciéndolo conocer al mundo perdido.
La Vida Cristiana
Creemos que todos los cristianos deben vivir para Cristo y no para ellos mismos. Mediante la obediencia a la Palabra de Dios y la entrega diaria al Espíritu de Dios, cada creyente debe madurar y conformarse a la imagen de Cristo.

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